El origen de la villa de Santillana
Con el tiempo, sobre la primitiva iglesia se construyó un monasterio que fue adquiriendo un gran poderío, tanto económico como territorial, debido a las muchas donaciones. La Abadía de Santillana hizo un gran patrimonio entre los años 930 y 1150.
Este gran potencial económico había de favorecer la construcción de una bella iglesia ro- mánica en el siglo XII, que llevó el nombre de Abadía de Santillana.
En 1209 el Rey Alfonso VIII de Castilla otorga a la villa el Fuero de Santillana, por el cual se establece dependencia de los habitantes de la villa al abad, es decir que nadie tenga señor en la villa, sino el abad de Santillana.
Se establece para Santillana la figura del “Merino”, antiguo admi- nistrador del dominio territorial, que había de ser vecino de la villa y vasallo del abad. La concesión del fuero produjo el fortalecimiento de la villa de Santillana, convirtiéndose así la villa en la Capital de las Asturias de Santillana.
La CASA de la VEGA y el marquesado de Santillana
En diciembre de aquel mismo año de 1439, Juan de Solórzano y Sancho López, dos hombres de Mendoza, “juntaron y asonaron hasta quinientos hombres poco más o menos, armados de muchas armas, lanzas, escudos y vallestas, cotas, y fojas, y casquetes y espadas y otras armas (…) y así juntos llegaron a Bárcena la Puente (…) y prendieron ende ciertas mujeres (…) que estaban en ciertos molinares (…) y robaron quanto de su mano”.
A partir del siglo XIV disminuye el protagonismo de la Abadía de Santillana y comienza a aparecer el poder de los linajes locales, entre ellos el “linaje de la Vega”. Este linaje había recibido su nombre por haber constituido el centro de su señorío en el lugar de la Vega (hoy Torrelavega). Los titulares de este poderoso linaje ocuparon cargos en la administración del reino, así los Garcilaso de la Vega I y II
fueron Adelantados Mayores y Merinos Mayores de Castilla y consolidaron a lo largo del siglo XIV un gran dominio territorial al tiempo que se producía la decadencia del poder económico y jurisdiccional de la Abadía de Santillana.
Se consolida de este modo en las Asturias de Santillana un proceso de señorialización, que con la muerte de Garci Laso III (en la batalla de Nájera), la titularidad del señorío pasó a Doña Leonor de la Vega, que contrajo matrimonio con D. Juan Téllez (hijo del Conde Tello, here- dero de la Corona de Castilla) que unió a las Asturias de Santillana las Merindades de Liébana y Campoo.
A la muerte de Juan Téllez, Doña Leonor se casó con Diego Hurtado de Mendoza, que había sido Mayordomo Mayor del Rey Juan I de Castilla y Alcalde Mayor por el rey en la Merindad de las Asturias de Santillana. De este matrimonio nace su hijo y heredero D. Iñigo López de Mendoza, a quien el Rey Juan II le otorgó en 1445 el privilegio de ser nombrado “ I Marques de Santillana” por su participación en la Batalla de Olmedo y obtuvo así la jurisdicción de los territorios de las Asturias de Santillana.
El dominio que consolidó el Marqués de Santillana había generado la opsición por parte de algunos valles de las Asturias de Santillana. Esta firmeza se plasmó por vía jurídica, ya que aquellos valles se resistían a permanecer bajo el dominio señorial de los Mendozas o Duques del Infantado (título que se concedió a los descendientes del Marqués de Santillana) y entablaron demandas o pleitos para volver a la Corona, porque las gentes de estos lugares acudieron a la justicia con el grito de : “no es esta tierra de señores sino del Rey”
Este proceso se conoce con el nombre del “Pleito de los Valles”
El Pleito de los Valles finalizó en el año 1581 con la sentencia favorable de reversión a la Corona Real y que la facultad de nombrar merino y escribanos correspondía a su Majestad y a la Corona Real.
Aquellos nueve valles que ganaron el Pleito fueron los de: Reocín, Cabezón, Cabuérniga, Alfoz de Lloredo, Piélagos, Camargo, Villaescusa, Cayón y Penagos.
A partir de esta sentencia, estos nueve valles de configuraron en la “Provincia de los Nueve Valles”
Felipe II reinó de 1556 a 1598